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viernes, 31 de diciembre de 2010

2010

2010.La primera mitad del año la viví en otra ciudad, en otro país. La segunda mitad en casa, donde siempre. Empecé el año con una ilusión, de la que ya apenas conservo el recuerdo. Me despedí definitivamente de dos personas que hasta entonces habían significado mucho, ya no significan nada. Cuatro chicas que hacía apenas unos meses que conocía se convirtieron en familia. Me descubrí manteniendo conversaciones en un idioma que siempre había considerado imposible. Viví en Alemania, pero visité Suecia, Holanda, Dinamarca y Croacia. Me despedí llorando de tres clases repletas de alumnos de pelo rubio y ojos azules. Asimilé como pude que tenía que volver a casa. Volví. Disfruté, gocé, exprimí a mi familia y amigos durante el verano. Viví la victoria de mi país en un mundial. Ayudé a la persona a la que más quiero a superar un mal bache. Conocí a alguien que me sorprendió. Probé cosas nuevas. Me quité prejuicios. Superé miedos. Recorrí 1000 km en un fin de semana para conseguirlo. Aprobé una tarea pendiente: conducir. Cambié mi actitud hacia algunas cosas y personas. En definitiva: aprendí. Bienvenido, 2011.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Un paréntesis.



Quiéreme.

Manifiéstate de súbito.

Choquémonos, como por arte mágico
en el Bukowski,
un miércoles.
Pidámonos disculpas. Sonriámonos.
Intentemos tirar el muro gélido
diciéndonos las cuatro cosas típicas.
Caigámonos simpáticos.
Preguntémonos cosas.
Invitémonos
a bebidas alcohólicas.
Dejémonos llevar más lejos. Déjame
que despliegue mi táctica.
Escúchame decir cosas estúpidas
y ríete. Sonríeme. Sorpréndete
valorándome como oferta sólida.
Y a partir de ahí

quiéreme.


Sin rúbrica, pero por pacto tácito
acepta ser mi víctima.
Déjame que te lleve hacia la atmósfera,
acompáñame a mi triste habitáculo.
Sentémonos, mirémonos,
relajémonos y pongamos música.
De pronto, abalancémonos
besémonos con hambre, acariciémonos,
Desnudémonos rápido
y volvámonos locos. Devorémonos
como bestias indómitas. Mostrémonos
solícitos en cada prolegómeno.
Derritámonos en abrazos cálidos.
Virtámonos en húmedos océanos.
Ábrete a mí, abandónate y enséñame
el sabor de tus líquidos.
Mordámonos, toquémonos, gritémonos
permitámonos que todo sea válido
y sin parar,
follémonos.
Follémonos hasta quedar afónicos

Follémonos hasta quedar escuálidos.



Durmámonos después, así,
abrazándonos.

Y al otro día

quiéreme.

Despidámonos rígidos, y márchate
de regreso a tus límites
satisfecha del paréntesis lúbrico
pero considerándolo algo efímero
sin segundo capítulo.
Deja pasar el tiempo, mas sorpréndete
recordándome en flashes esporádicos
y sintiendo al hacerlo un sicalíptico
látigo por tus gónadas.
Descúbrete a menudo preguntándote
qué será de este crápula.
Y un día, sin siquiera proponértelo
rescata de tus dígitos mi número
llámame por teléfono
y alégrate de oírme. Retransmíteme,
ponme al día de cómo van tus crónicas
y escucha como narro mis anécdotas.
Y al final, algo tímidos, citémonos.
En cualquier cafetín de corte clásico
volvámonos a ver, sintiendo idéntico
vértigo en el estómago.



Y en ese instante

quiéreme.


Fragmento de "Quiéreme", de Daniel Orviz.
http://poemaquiereme.blogspot.com/

lunes, 13 de diciembre de 2010

La culpa la tiene Disney.

Creo que es algo en lo que todas coincidimos: la culpa la tiene Disney. La culpa la tienen todos esos “príncipes” o “héroes”: Eric, Felipe, John Smith, Hércules, Tarzán…Hasta Simba que era un simpático cachorrillo crece y se convierte en ese intrépido y audaz león que todas querríamos (si fuéramos leonas, claro). Incluso Aladdin que no es más que un cani con una alfombra nos hizo soñar con esa canción, “Un mundo ideal”, en la que le promete a Yasmín el oro y el moro (nunca mejor dicho…).
¿Y qué hay de la Bestia? ¡También él se acaba convirtiendo en un príncipe potentorro a la par que encantador! Pero en la vida real, si se nos acercara algo así, ¿qué le diríamos? Poco menos que un “contigo no, bicho”. O “Me he comido cosas caducadas que tenían mejor pinta que tú”, sin olvidar el “No te toco ni con un palo/no te toco ni por Bluetooth”. ¡Y por eso nos llaman siesas! ¿No será porque todo está plagado de buitres? Pongamos como ejemplo esa noche en la que sales a divertirte con tus amigas, estás en una discoteca pasándolo bien y de pronto sientes como te “acechan”. No es un buitre, no, ¡es Buitragueño! Y entonces la alimaña se te acerca y con su mejor cara de seducción, pregunta “¿Bailas?”.Y tú toda digna le dices “No” y él te suelta un romántico “Entonces de follar ni hablamos, ¿no?”. ¿Os imagináis a la Bestia diciéndole eso a Bella cuando cenan en el castillo? Y es que en la vida real no hay príncipes, sino sapos.
En definitiva: culpamos a Disney de nuestras altas expectativas en cuanto a hombres.

Pero no sólo Disney nos ha causado traumas irreparables, también lo ha hecho Jane Austen, dibujándonos esos hombres de provecho, atractivos, fuertes, impetuosos y con tierras en el condado de Derbyshire, que  se bajan de su caballo para rescatarte de una furiosa tormenta, te llevan a casa y después te visitan durante semanas para examinar la evolución de tu pulmonía; y tras tu recuperación te piden la mano, os casáis y te retiran a un castillo en Gloucestershire. A mi al menos me ha costado años aceptar que no voy a conocer a un Fitzwilliam Darcy. Qué injusticia no haber nacido en el siglo XVIII.

¿Y qué hay de las películas y/o series americanas de adolescentes? ¿Qué hay de las comedias románticas? Esas sí que nos han traumatizado de por vida. Porque al menos mi vida hubiera sido distinta si hubiera tenido taquillas en el instituto. Seguro que me habría enamorado del chico de la taquilla de al lado que resultaría ser el capitán del equipo de fútbol, y por tanto, el chico más popular del instituto, hubiéramos ido juntos al baile de fin de curso y nos habrían elegido rey y reina del baile... ¿Por qué no había taquillas en mi colegio? ¿Quién me ha robado la felicidad? El caso es que estos chicos también son un mito, son como ese padre que nunca va al partido de baseball de su hijo en  las películas…

¿Y qué es lo que tienen en común Disney, Jane Austen y las comedias románticas? Que todas nos conducen a lo mismo: a idealizar a alguien. ¿Y dónde está el problema en idealizar a alguien? ¡Que luego descubres que es gilipollas! Y para autoconvencerte, te repites continuamente “paso de este tío”, o “no me gusta”. ¡Ja, cuéntaselo a otra! No te gusta, no, se te enamora el alma, se te enamora.

¿Y qué pasará si sigues haciendo esto? Que acabarás sola, tirada en el sofá viendo la tele, con una botella de vino, más triste que un cani con un teclado sin "h" y rodeada de gatos. No queremos esto, ¿verdad? ¡Pues dejemos de idealizar, de crear expectativas de la nada y empecemos a vivir en el mundo real! Que todas hemos llorado por una cebolla que no valía la pena…¡y no tenemos ninguna necesidad! Ni que él fuera la última coca-cola del desierto…

En definitiva, si descubres que tu “príncipe” es poco menos que un sapo, devuélvelo al agua del que nunca debió salir. Y recuerda: mientras encuentras a tu media naranja, ¡ve comiendo mandarinas!


[Dedicado a mi bro, amiga y compañera de ratos de Banagher, sudokus en clase, fiestas en su piso, tradubarras y por supuesto, la única que me entiende en cuanto a ciertos gustos musicales, ya que en el fondo no es más que una cani encubierta, como yo. Espero que esta entrada te sea de ayuda :)]

sábado, 20 de noviembre de 2010

La primera piedra del puente

Tras la última entrada algo subidita de azúcar, es hora de ser más pragmáticos y ponernos manos a la obra: ¡a construir ese puente!

Lo primero que tenemos que plantearnos es si realmente lo necesitamos: puede que simplemente con remangarnos un poco los pantalones sea suficiente para cruzar el río, y construir un puente no es cosa sencilla, como para hacerlo así gratuitamente.

Pero también puede darse el caso de que nos encontremos paseando felizmente por el campo, pensando que la tierra está más seca que la mojama y de pronto: PATAPUM!! Un pedazo de río con un caudalasso que ya quisiera el Guadalquivir. ¿Qué hacemos en ese momento? Pues ya nada, ¡por vag@! ¡Haber construido el puente antes!

Para que no nos ocurra esto, hemos de empezar a trabajar. La primera piedra que deberíamos poner tiene que ver con ese momento en el que te das cuenta de que tú estás mojándote peligrosamente los piececillos y la otra persona no es que no vea el río, es que ni siquiera está en el campo. Este es un típico problema de las mujeres: asumir que no le gustas a alguien. Antes nos creemos lo que sea: está en un momento complicado de su vida; acaba de salir de una relación y no está preparado para otra; de pequeño se cayó de cabeza desde un columpio, lo que le causó graves secuelas que le impiden mantener cualquier tipo de relación afectiva…También nos podemos creer lo de “ahora mismo estoy centrado en mi carrera”, el incondicional "no eres tú, soy yo", o el premio de consolación: "eres demasiado buena para mi, tú te mereces algo mejor". En resumen: todos esos problemas existenciales finamente diseñados para no volver a tirarte a alguien.

Y es que por lo general, muchas preferimos pensar que esa persona ha sido abducida por los extraterrestres y por eso no te ha dado señales de vida, antes que asumir que pasa de ti. Pongamos como ejemplo el momento en el que te pasas semanas pensando “yo no lo voy a llamar, me tiene que llamar él a mi, que para eso es el tío y bastante tenemos nosotras con la regla”. Es entonces cuando piensas “lo mismo apuntó mal mi número, y el pobre lleva semanas llamándome a diario una media de 60 veces sin obtener respuesta, pobrecito, venga, voy a llamarlo yo”. Pero en el momento de la verdad te acobardas, y te decides por un mensaje, ya que al fin y al cabo, así no te puede oír la voz de pánico total. Le mandas el sms y te quedas mirando la pantalla como una tonta durante una hora. Ya puedes ir por la calle y estrellarte contra una farola que no vas a apartar la vista de la pantalla. O si tienes el móvil guardado porque estás con tus amigos y no quieres parecer una loca paranoica, es posible que al oír cualquier musiquilla creas que es tu tono de llamada, o lo que es peor, sientas “la vibración fantasma” del móvil. Entonces lo sacas gritando “¿quién me quiere? ¿quién me quiere?” pues nadie, so membrilla, nadie te quiere.

Este proceso puede llegar a repetirse a diario durante un mes, tras el cual tú tienes ya creadas unas 20 posibles explicaciones, a cada cual más inverosímil, de por qué no te ha contestado el mensaje, a saber: eres subnormal profunda y TÚ apuntaste mal su número; él ha perdido el móvil; se lo han robado (con la variante de que se lo han robado al atracarle con violencia, y el pobre está en el hospital); ha sufrido un trágico accidente que le impide usar las manos, y por tanto, el móvil; se dirigía a una floristería a encargarte un ramo de flores cuando fue atacado por un enjambre de abejas asesinas; o sí, directamente, ha muerto. He aquí un gráfico para ilustrar mejor mis palabras:



Además, tus amigas no ayudan nada preguntándote a diario "¿qué, sabes algo de ÉL?". Y tú, fingiendo una voz totalmente despreocupada, dices "¿a ti te ha llamado? ¡pues a mi TAMPOCO, vale?!".

Lo peor es cuando vuelven del "más allá" meses más tarde, con un desenfadado "hey, ¿qué tal, qué es de tu vida?". Es entonces cuando descubres que no estaba muerto, no, que estaba de parranda. Y tú te has pasado meses lamentando su pérdida: esto es claramente una tendencia que tenemos que abandonar. Además, si con los tiempos que corren, aunque el móvil hubiera quedado hecho pizcos por el paso de un tsunami, puede contactar contigo usando: Hotmail, Messenger, Skype, Tuenti, Facebook, Twitter, Myspace, Hi5, Fotolog…¿y lo ha hecho? NO. Ha pasado de ti por medio de todas las tecnologías posibles. No le gustas. Asúmelo. Es la primera piedra de tu puente.

Por último, dejo como tarea ver esta peli: “He’s just not that into you”, que bien podríamos traducir por “Que no le gustas, melona, ten un poco de dignidad”. He aquí el trailer, que viene a servir de resumen de toda esta parafernalia :)
Hasta la próxima, futuras ingenieras de puentes!

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Alguien

Alguien que cuando me ponga borracha me lleve a casa en brazos.
Que me rompa las medias con la boca, y luego me compre otras.
Que me haga el amor contra la pared y se meta conmigo en la bañera.
Que se pierda conmigo para después rescatarme de laberintos sin sentido.
Que saque la espada y me defienda de víboras, pirañas y putas.
Alguien que cosa disfraces a mis días malos, y los convierta en buenos.
Que no se enfade si no me entiende, ni me entiendo y lo mareo.
Que me saque la lengua cuando me ponga tonta y me haga enmudecer.
Que no de por hecho que siempre voy a estar ahí pero que tampoco lo dude.
Que no me haga sufrir porque sí, pero que tampoco me venda amor eterno manoseado.
Alguien que no pueda caminar conmigo por la calle sin cogerme de la mano.
Que no me compre regalos pero que tenga mil detalles de papel.
Que no le guste verme llorar y me haga reir hasta cuando no tenga ganas.
Que de vez en cuando decida perseguirme en los bares y conocerme otra vez.
Que me mire, le mire, y me tiemblen las piernas sin remedio.
Alguien que esté loco por mi, y no se le olvide decirmelo los días de resaca.
Que si se pone animal, sea sólo en la cama, y me mate a besos por la mañana.
Que no se acostumbre a mi y deje de inventar nombres nuevos para despertarme.
Que si mira a otra, luego me guiñe un ojo, y se ría de mis celos de hojalata.


Y sobre todo que no tenga que perderme para darse cuenta de que me ha encontrado.


PD: y que me regale una piscina llena de chocolate!!! :)

lunes, 15 de noviembre de 2010

Sobre Ann_Burguesa

Muchos se preguntarán: ¿De dónde viene lo de Ann_Burguesa? ¿Es un nombre y unos apellidos? ¿Se trata de un mote? ¿Un juego de palabras? Bien, en esta entrada intentaremos esclarecer estas dudas existenciales:

En contra de lo que muchos pudieran pensar en un primer momento tras echar un vistazo a mi blog, no, no soy ingeniera ni me dedico a diseñar puentes. Soy traductora e intérprete, y tras finalizar mis estudios, decidí que mi precario dominio del alemán (reducido a pronunciar “Bayern de Munich” con cierto acento sajón) necesitaba un buen impulso. Conocer guiris en Torre del Mar y entablar conversación con ellos no fue suficiente, así que cogí las maletas y para Hamburgo que me marché. Estuve viviendo en dicha ciudad nueve meses (aunque no fue tan doloroso como un embarazo), y no puedo menos que afirmar que mi experiencia fue absolutamente enriquecedora. Conocí a muchos alemanes, aprendí el idioma, y sobre todo, me pasé el año disfrutando de decir que era, literalmente, una “hamburguesa”. Y sí, por qué no confesarlo, cantando el mítico "me llamo Ana, soy alemana". Finalizando ya mi estancia en el norte de tan noble país, un amigo se dirigió a mi llamándome “Ann_Burguesa”, y tras nueve meses de juegos de palabras de calidad sensiblemente inferior, tuve que quitarme el sombrero ante tal despliegue de ingenio. Esta entrada va dedicada a ti, Darío, gracias por obsequiarme con un sobrenombre que me ha servido para tantas cosas útiles, entre ellas, el nick del Messenger y el título de mi blog.

En próximas entradas, pasaremos a debatir en profundidad sobre el tema que nos ocupa el blog en cuestión: la necesidad de creación de puentes, sus técnicas de construcción y los métodos de salvamento en caso de que el puente falle. Para ello, tenéis que quedaros por aquí...

...TO BE CONTINUED…